La ley busca impulsar como principales objetivos actividades vinculadas a nuestras tradiciones, costumbres, danzas y canciones, a través de acciones como la creación, la interpretación, la investigación, la difusión y el aprendizaje del folklore.
La ley nacional 27.535, fue producto de un arduo trabajo por parte de organizaciones y asociaciones relacionadas con el folklore. Busca impulsar como principales objetivos actividades vinculadas a nuestras tradiciones, costumbres, danzas y canciones, a través de acciones como la creación, la interpretación, la investigación, la difusión y el aprendizaje del folklore.
La construcción de la identidad nos incluye a todos y todas, desde nuestros lugares y campos de estudio asumiendo el compromiso y la responsabilidad que conlleva la transmisión de esos saberes. En este sentido consideramos que la escuela asume un rol fundamental en la construcción de ciudadanos y ciudadanas que conozcan sus raíces así como aquellas ideas comunes que nos atraviesan y nos unen.
Esta ley acarrea el compromiso de repensar la construcción de una identidad nacional que nuestra provincia ha acompañado a crear asumiendo un lugar protagónico en la defensa, divulgación y promoción del aprendizaje y perfeccionamiento de la danza, la música y la identidad folklóricas a través de los Festivales nacionales, los encuentros municipales y festividades locales.
Sabido es que se plantea el desafío de pensar el contenido a incluir en la curricula escolar para lograr transmitir en nuestras escuelas aquello que nos identifica, la cultura neta de nuestra gente, de nuestro pueblo.
En este orden de ideas, se ha acompañado el espíritu que busca transmitir esta ley, a través de la participación activa y comprometida de nuestra provincia en el festival de Cosquín, así como el aprendizaje que significó el 33º Congreso del ser argentino y su cultura, realizado recientemente en la
localidad coscoina y el cual tuve el honor de ser moderador.
Durante dos días, se compartieron distintas miradas a los fines de avanzar en la construcción colectiva de nuevos aportes para la implementación de esta norma, con la participación de importantes actores impulsores de esta ley.
Participaron: Magdalena Odarda, actual directora del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas; Antonio Rodriguez Villa, presidente de la Academia Nacional de Folklore; José Luis Montoya, director de Arte Folklorico; Ana Maria Dupey, antropóloga y docente del Instituto Nacional de Antropologia y pensamiento Latinoamericano de la Universidad Nacional de Bs. As. y distintas organizaciones de la cultura como Canticuenticos, Enrezanza, entre otros.
Consideramos de fundamental importancia el pensar en políticas públicas que acompañen la tarea educativa, para que nuestros niños y jóvenes, que transitan por diversos espacios a lo largo de su formación y su vida, continúen construyendo identidad y es allí donde el Estado debe estar presente propiciando la puesta en valor de nuestro patrimonio cultural.
La identidad nacional es una reivindicación histórica de nuestro espacio político ya que implica trabajar sobre prácticas y representaciones culturales comunes que nos unen como ciudadanos y consolidan bases sólidas tangibles e intangibles que nos permiten cuestionar de manera crítica los vínculos de dependencia en un contexto de globalización y consumismo.
No podemos cambiar nuestra sociedad sin saber de dónde venimos y cuales son esas ideas comunes que nos atraviesan y que configuran lazos invisibles. Por ello, esta ley abre una oportunidad inmejorable para afianzar en base a lo que identifica, construyendo un proyecto de unidad nacional, superadora de falsas grietas. Un proyecto de futuro pero con raíces profundas.
Como lo manifestara nuestra entrañable Mercedes Sosa: “La cultura es lo único que puede salvar un pueblo, lo único, porque la cultura permite ver la
miseria y combatirla. La cultura permite distinguir lo que hay que cambiar y lo que se debe dejar, como la bondad de la gente, el compartir una empanada, un vino…”
